El sustantivo entusiasmo procede del griego "enthousiasmós", que significa algo así como "rapto divino". Está formado por la preposición "en" y el sustantivo "theós" (dios).
Los griegos creían que cuando nos dejamos llevar por el entusiasmo, es un dios el que entra en nosotros y se sirve de nuestra persona para manifestarse. Así les ocurría a los profetas, los poetas y los enamorados.
Todos ellos, poseídos por la divinidad llegaban a alturas que no podían vislumbrar las personas corrientes.