RINCÓN DE POESÍA
JOAQUÍN BENITO DE LUCAS
"Pero hoy, es decir, está mañana
del mes de mayo, cuando los rosales
dejan caer los pétalos
de su primera floración..."
(Sin tristeza)
Como en sus versos, el pasado 18 de mayo falleció el poeta talaverano e hijo adoptivo de esta ciudad, Joaquín Benito de Lucas.
Nacido en Talavera de la Reina en 1934, doctor en Filosofía y Letras, trabajó durante 10 años en diversos países árabes y fue profesor en la Universidad Libre de Berlín. En 1967 regresa a España donde continúa su docencia y su labor literaria.
Tiene numerosos premios y reconocimientos: premio Adonáis de Poesía (1967), premio Miguel Hernández (1976), premio Castilla-La Mancha (1987), premio Rabindranath Tagore (1995), premio de Poesía Tiflis (1998), entre otros.
En 2008 fue galardonado con el premio de las artes y las letras "Fernando de Rojas" que concede la Asociación de Periodistas de Talavera.
Poeta y hombre comprometido socialmente con su ciudad natal, fue nombrado hijo predilecto en 1998, publicándose su tercera antología "La ciudad de las redes azules".
Su obra es extensísima, destacando "Memorial del viento", "La sombra ante el espejo", "Álbum de familia", "Los senderos abiertos" etc ...
De su antología, "La luz que me faltaba", queremos compartir con vosotros un poema en especial que habla de la esperanza y del adiós.
SIN TRISTEZA
Yo no sé por qué tengo que estar triste.
El mar es grande, la esperanza espera,
el día se hace largo en los veranos
y las noches inventan nuevas formas de
vida.
Pero hoy, es decir, esta mañana
del mes de mayo, cuando los rosales
dejan caer los pétalos
de su primera floración,
me acuerdo de la gente que se ha ido
- y es primavera - de los que dijeron
adiós y ya no están
como mis padres, como mis hermanos
y como yo que un día
no muy lejano cerraré los ojos,
dejaré descansar la pluma con que
escribo
e iré a su encuentro. Temo
que no me reconozcan, que no sepan
quien soy, yo que he cantado su vida en
muchos versos,
y su muerte también, que ellos no habrán
leído.
Mas creo que podrán reconocerme
por el olor que deja cada lágrima
vertida en su memoria mientras estaban
vivos.